Tacón quiere quitar la joya a Celestina, y al clamor de la vieja don Luis sale en su auxilio, y la vieja miente ahora al afirmar que Tacón le ha robado cien escudos (que le había dado doña Ana al escudero).
Hecho en la ciudad de Santiago de Guatemala en ocho días del mes de agosto de mil setecientos cinco. Licenciado Juan Jerónimo Duardo, Doctor Gregorio Castillo y Escudero, Lic.
Un
escudero apareció en el dintel con un manojo de llaves en la mano, restregándose los ojos y enseñando al bostezar una caja de dientes capaces de dar envidia a un cocodrilo.
Gustavo Adolfo Bécquer
Presenta a cada cual que allí lo mira, el bien que le es más grato y oportuno: dama, escudero, amigo; porque aspira a muy vario deseo cada uno.
Advierte que certificado quedes; despacio mirarlo puedes, que él no podrá conocerte. HERNANDO. El coche paró; una dama sale; él sirve de escudero. GARCIA .
DOÑA BERNARDA No hay prebenda sin pensión. SANTILLANA Aun yo, que soy su escudero, arriba no he de subir. DOÑA BERNARDA A su gusto ha de vivir mi casa.
¿Quién entró? PACHECO Un escudero y otro hombre. DON LUIS Acabadas de llegar, y ahora, ¿a qué puede entrar un mozo tan gentil hombre?
Con un marido escudero a la atahona1 de un torno, los celos siempre a la mano, sujeta a algún testimonio, ¿yo monja del matrimonio?
(1 de diciembre de ) Por la Argentina: Adolfo Scilingo - Francisco Bello Por Australia: Howard Beale Por Bélgica: Obert de Thieusies Por Chile: Marcial Mora Miranda - Enrique Gajardo - Luis Escudero Guzmán Por la República Francesa: Pierre Charpentier Por Japón: Koichiro Asakai - Takeso Shimoda Por Nueva Zelandia: G.D.L.
¡Qué honor, qué gloria digna de loor sólo dejar a vuestro príncipe a pie y solo!» De un su escudero una gran lanza aferra, y con Prusión, que ve no muy lejano, rey de las Islas Fortunadas, cierra, y lo echa del arzón muerto en el llano.
Le hizo saber, en primer lugar, que su adversario, después de haberle esperado durante dos horas en el lugar de la cita y no viéndole, había pensado que algún accidente imprevisto le había impedido acudir y que por ello volvería al día siguiente, a la misma hora y al mismo lugar, permaneciendo allí el mismo espacio de tiempo, y que si también resultaba sin éxito, se dirigiría enseguida a la tienda, le cortaría las dos orejas y se las metería en el bolsillo, como hizo, en 1605, el célebre Brusquet a un escudero del duque de Chevreuse por el mismo motivo, obteniendo a continuación el aplauso de la corte que lo encontró de muy buen gusto.
Una deudilla es, y me han de ejecutar, si no la pago mañana, en ella. DOÑA BERNARDA Yo la haré ver a un amigo mercader; si ya no es que Santillana, mi escudero, la liquida.